Estos discos o círculos van en diferentes partes del cuerpo. Por ejemplo, en el lado izquierdo positivo y en lado derecho negativo. Comprenden la arteria pulmonar, los pulmones y la vena pulmonar. El pecho proporciona sitio a dicho chakra, que es positivo con respecto a las partes inferiores del cuerpo, en donde se extienden ramificaciones del chakra inferior. En el pecho es el primer asiento y la más importante de las otras manifestaciones. Los chakras negativos de la parte inferior están localizados en el intestino largo (delgado), otro en el ombligo, otro en la garganta, en los ojos. Todo ellos imitan como a un árbol cuyas raíces están en el corazón.
Los activamos no solamente con la ciencia del aliento sino del pensamiento. Tanto en positivo como en negativo. Con la absorción de sustancias químicas y sus cambios produciendo las acciones, las sensaciones. Hay 31 chakras espinales, que corresponden a las 31 salidas del sol. Y los del corazón con las 31 puestas del sol. Los primeros obedecen al cerebro mediante cordones simpáticos. Y los segundos obedecen al corazón. Con la toma del aire por el orificio nasal derecho e izquierdo activamos los chakras espinales entrando los vasos sanguíneos y los chakras nerviosos y venosos.
La luna da nacimiento a otras corrientes menores, porque ella se mueve unas doce veces más rápido que el sol. La luna pasa por doce chakras impares. Por lo tanto, tenemos doce cambios de prana (energía vital). Estas interacciones entre chakras y los elementos fundamentales como el vacío, el movimiento, la luz, la tierra y el agua nos dan las sensaciones. Así es que siempre que creemos conveniente cambiar las condiciones negativas en positivas recurrimos a los cambios de posición de nuestro cuerpo. Todo esto tiene efectos fisiológicos.